Está dirigido a las 52 instituciones educativas públicas de básica primaria y secundaria de la capital de Caldas, y articula procesos y procedimientos que se deben tener en cuenta al identificar posibles situaciones que afecten la permanencia de los estudiantes en las aulas de clase.

Incluye indicaciones de cómo debe ser el protocolo del manejo no solo de los riesgos estructurales de los colegios, sino del riesgo social en temas como el matoneo, las barreras invisibles, la violencia intrafamiliar y el desplazamiento de los estudiantes por violencia generalizada, entre otros.

Este modelo fue construido por los profesores Yuli Paola Hernández Osorio, administradora de Sistemas Informáticos de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Manizales, y Francisco Javier Valencia Duque, doctor en Ingeniería Industrial y Organizaciones de la Institución.

“La ciudad necesita articular estos procesos para que la Secretaría de Educación conozca bien cuáles son las problemáticas de las instituciones educativas”, explicó el docente de la U.N.

Aclaró además que antes de la creación del modelo los colegios trabajaban los riesgos estructurales solo con la Alcaldía de Manizales y los organismos de socorro.

En este sentido, la profesora Hernández aclaró que antes cada institución manejaba el tema de manera aislada y sin parámetros claros.

Gracias a la implementación del modelo, estas instituciones cuentan hoy con lineamentos e instrumentos claros para implementar la gestión del riesgo.

Identificación de riesgos

Cada institución identifica entre 7 y 12 riesgos al año, los cuales se reportan a la Secretaría de Educación para que sean atendidos oportunamente.

La docente Hernández, quien además es magíster en Gestión y Desarrollo de Proyectos de Software de la Universidad Autónoma de Manizales, manifestó que “alrededor del 60 % de los riesgos identificados por cada uno de los colegios es atendido por los estamentos y lineamientos de cada institución educativa, mientras los demás son administrados conjuntamente con la Secretaría de Educación, las entidades de socorro de la ciudad y otras que velan por el bienestar de los menores”.

Este sistema involucra el diseño de instrumentos estructurales y cuantitativos que permiten identificar los diferentes riesgos. Estas herramientas del modelo analizan y determinan el nivel de amenaza o vulnerabilidad a que están expuestas las instituciones y permiten valorar las fortalezas ante los riesgos identificados.

Aplicar esta metodología da como resultado el mapa de riesgos de la institución, sobre el cual se establece un plan de acción para eliminarlos o minimizarlos. El mapa ubica los riesgos en escalas baja, moderada, alta e importante.

Modelo participativo

Tanto la comunidad académica como los padres de familia y la Secretaría de Educación aportan en la gestión de cualquier riesgo que se pueda presentar, algunos de los cuales son compartidos, como por ejemplo el arreglo estructural de una edificación.

Además el modelo permite que se asuman responsabilidades desde un principio para evitar malentendidos y para que se vea una adecuada administración de los riesgos, con un mapa o plan de acción para minimizar las dificultades. También busca que se maneje un lenguaje unificado entre todas las entidades involucradas.

Por tres años el sistema –pionero en Colombia– ha generado cultura y compromiso por parte de los directivos de las instituciones para reportar en el sistema los diferentes tipos de riesgos.

Este trabajo se divulgó además en Novum Revista de Ciencias Sociales Aplicadas y se puede consultar en el siguiente enlace: revistas.unal.edu.co/index.php/novum/article/view/73903